es aquella que emiten las pantallas de los móviles, ordenadores y otros dispositivos electrónicos. Y tiene sentido el consejo, considerando que hay estudios que señalan que el ser humano es especialmente sensible a ese tipo de luz, debido a un fotopigmento ubicado en células de la retina.
La retina además está conectada al sistema nervioso y la forma en que recibe determinado tipo de luz puede alterar el equilibrio cognitivo.
Entendiendo la luz azul
La luz azul pertenece al espectro de luz visible y paradójicamente tiene un efecto positivo en determinadas situaciones, para por ejemplo estimular el desarrollo cerebral o para combatir el cansancio. Pero en exceso, esta puede alterar el normal funcionamiento del cerebro y sus funciones básicas.
A propósito, ha salido a la luz un estudio realizado en conjunto con la Universidad Estatal de Oregón (EE. UU) en donde se utilizaron especímenes de moscas de la fruta para verificar el efecto de la luz azul en ellas. El exceso de esta luz produjo problemas en la retina de las moscas, que también mostraron problemas cognitivos que afectaron su motricidad.
El estudio publicado en la revista Aging and Mechanisms of Disease, viene entonces a confirmar la precaución que hay que tener con la luz azul, controlando además su exposición. De todas formas, es importante señalar que las moscas fueron sometidas a cerca de 12 horas de exposición de luz azul, algo que no suele ser habitual en una persona que utiliza dispositivos electrónicos.
Aun así, el estudio deja claro que los excesos podrían acarrear consecuencias en otro organismo vivo, ya que la luz azul podría producir daños cerebrales y afectar el ritmo circadiano, necesario para la regeneración celular y la producción de determinadas hormonas.
Combatiendo los excesos de luz azul
Eileen Chow, una de las participantes del estudio, aclara que mientras no exista una alternativa al uso de la luz azul en dispositivos electrónicos, se pueden tomar medidas para minimizar sus efectos.
Uno de los principales consejos es no pasar demasiadas horas delante de una pantalla y mucho menos en oscuridad. Otra opción, más aparatosa, consiste en usar gafas con cristales color ámbar para reducir los efectos de la luz azul.