Todos los ordenadores están compuestos de hardware y software. El primer término se refiere a las piezas físicas, incluida la placa base. Mientras que el segundo describe los programas y aplicaciones que se instalan en el ordenador. Dentro del hardware, tenemos elementos importantes como la memoria RAM, el procesador y la tarjeta gráfica. Esta última es clave para utilizar programas que procesan vídeos e imágenes.
Lo habitual es que algunos ordenadores integren una gráfica en el propio procesador. Sin embargo, no suelen ser muy potentes. Por lo mismo, en caso de necesitar más poder de procesamiento, es conveniente comprar una por separado e instalarla en el ordenador.
En el siguiente artículo te vamos a explicar qué es una tarjeta gráfica. También te daremos consejos importantes para elegir la más adecuada para ti.
Tarjeta gráfica: para qué sirve
Una tarjeta gráfica es una pieza de hardware que se puede instalar en la placa base de un ordenador, utilizando un puerto específico. Cuando la instalamos, lo que hacemos es aportar mayor capacidad de procesamiento de vídeo, imágenes y juegos. Otros nombres que recibe la tarjeta gráfica son GPU, tarjeta de vídeo o adaptador de pantalla.
Qué tiene dentro una tarjeta gráfica
Una tarjeta gráfica se puede entender como una unidad de procesamiento parecida al procesador del ordenador. Cuenta con un circuito independiente con transistores, núcleos y una estructura que le permite convertir la información en imágenes y vídeo. En muchos casos, incluso, pueden incorporar un ventilador para evitar el sobrecalentamiento. Esto, porque al igual que un procesador, la tarjeta consume energía y eso repercute en la temperatura de sus componentes.
Si quieres saber todo sobre las tarjetas gráficas debes aprender que hay dos tipos, las integradas y las dedicadas.
Gráficas integradas
Son gráficas integradas todas aquellas que van incluidas dentro del mismo procesador del ordenador. En este caso, los fabricantes de chips más reconocidos en este ámbito son AMD e Intel, que hace años llevan a cabo esta práctica en algunos modelos de procesador.
Sin embargo y dependiendo de la antigüedad del procesador, es posible que nos encontremos con gráficas que no están preparadas para la demanda de trabajo de los ordenadores actuales. Especialmente cuando hablamos de trabajar con más de un monitor, usar varias aplicaciones de forma simultánea o si vamos a correr un juego con gráficas con mucha resolución.
En este caso, es muy importante revisar la generación del procesador que tenemos en el ordenador. Así sabremos si tiene gráfica integrada y podremos confirmar su capacidad.
De hecho, si usamos el ordenador para trabajar o correr juegos relativamente livianos, con un procesador con gráficas integradas es más que suficiente.
Otra cosa es que quieras hacer multitareas y usar programas de diseño o edición de vídeo muy pesados. En ese caso, sí que necesitarás una tarjeta gráfica dedicada, además de un procesador que la acompañe de manera eficiente.
Gráficas dedicadas
Las gráficas dedicadas son todas aquellas que se instalan en la placa base del ordenador. Se les llama dedicadas porque no van unidas al procesador y porque cuentan con todos los circuitos, transistores y núcleos para enfocarse estrictamente en el procesamiento de imágenes y vídeo.
Las tarjetas gráficas dedicadas cuentan con su propia memoria RAM, por lo tanto, no necesitan usar la que está instalada en el ordenador. Algo que mejora bastante el rendimiento, tanto de la tarjeta, como del ordenador.
Esta es una diferencia importante con respecto a las gráficas integradas. Porque éstas últimas deben compartir con el procesador la memoria RAM instalada en el ordenador. Lo que le resta potencia y velocidad de procesamiento. Algo que a las gráficas dedicadas no les sucede porque funcionan de manera autónoma.
Ahora bien, que una tarjeta gráfica dedicada tenga su propia memoria RAM no implica que vaya a ir todo lo veloz que se necesite. Esto dependerá de la cantidad de memoria RAM que tenga y de otros factores, como arquitectura, transistores y núcleos que la componen.
De esta forma, no será lo mismo tener una tarjeta gráfica Asus GeForce GT 710 de 2 GB que una PNY Nvidia Quadro RTX 4000 de 8 GB. La primera cuesta apenas 70 euros y es de gama media baja, mientras que la segunda supera los 1000 euros y corresponde al tramo de la gama alta. Lo que deja en claro las diferencias importantes que hay en este tipo de producto.
Cómo elegir una tarjeta gráfica
El mejor sistema para saber qué tipo de gráfica es la indicada para nosotros consiste en predecir la carga de trabajo que tendremos. De esa forma, podemos saber más sobre la gráfica que necesitaremos.
Tenemos que evaluar si usaremos programas especializados o programas sencillos. No es lo mismo usar Adobe Illustrator o Adobe Photoshop que un procesador de texto básico.
Este criterio también aplica a los juegos. No es lo mismo tener instalado el Buscaminas, que estar jugando Fortnite. El primero apenas utiliza memoria del ordenador, mientras que el segundo tirará más de los gráficos y la potencia del procesador.
Cuándo elegir una gráfica integrada
Si eres de las personas que apenas abre cosas en el ordenador. Que usa un procesador de texto básico y tiene un solo explorador para navegar por internet, entonces es suficiente con tener una gráfica integrada. En este caso, ni siquiera tendrías que hacer nada porque es muy probable que tu ordenador ya cuenta con ella y no te hayas dado ni cuenta.
Ahora bien, seguramente te estarás preguntando cómo saber qué tarjeta gráfica tengo.
Para confirmar esto puedes ir al apartado de Información de sistema de tu ordenador con Windows. Dentro de todos los detalles te aparecerá información sobre el Controlador de pantalla. Cuando pinchas allí, automáticamente te aparece el nombre del controlador encargado de procesar los gráficos. Si no aparece, es porque no lo tiene y necesitarás una tarjeta gráfica dedicada.
En el caso de que tengas un Mac, puedes revisar esta información en el apartado que dice Acerca de este Mac. Si pinchas allí se desplegará una ventana con datos en donde podrás acceder al reporte del sistema. Si buscas el apartado de gráficas, te aparecerán los detalles sobre el controlador de imágenes y vídeo.
Cuándo elegir una gráfica dedicada
Si usas el ordenador para echar a correr juegos con una resolución de imagen superior o para trabajar, usando más de un monitor, lo mejor es que te decantes por una gráfica dedicada. Esto, porque la gráfica integrada no suele ser tan potente. Además, e independiente de su generación, siempre compartirá RAM con otros componentes del ordenador. Por lo que no podrás contar con ella de manera exclusiva para ejecutar algunos programas.
Además de ser clave para el uso de varios monitores, la tarjeta gráfica es necesaria si somos de usar las multitareas. Es decir, tener varios navegadores abiertos al mismo tiempo y con varias pestañas. Todo esto, además de forzar el rendimiento del procesador, exige bastante a nivel. Más aún, si queremos que los navegadores, pestañas y resto de programas se abran con rapidez. Por lo que la tarjeta gráfica dedicada se vuelve esencial en estos casos.
¿Tarjeta gráfica de 1 GB, 2 GB o más GB?
Si nos decantamos por una tarjeta gráfica, luego tenemos que seleccionar su capacidad. Es decir, la cantidad de memoria RAM con la que cuenta para procesar imágenes y vídeo. En este caso, el criterio que aplica es el mismo que cuando elegimos un ordenador. Tenemos que saber de antemano para qué tipo de tareas la vamos a usar.
Si le vamos a dar caña a vídeos, multitareas y juegos de gran tamaño y resolución, lo ideal es elegir tarjetas gráficas de 2 o más GB. Sin embargo, en este apartado también tenemos que hacer la elección con cabeza. Esto, porque la eficacia de una tarjeta gráfica de 4G dependerá también del resto de componentes del ordenador, como el procesador.
Aquí el mayor problema al que nos podemos enfrentar es a los cuellos de botella. Estos refieren a la disparidad de capacidad entre el procesador y la tarjeta gráfica, que hacen que uno de ellos no funcione de manera adecuada y a su máxima capacidad
Para evitar esto, es muy importante verificar si la placa base y el procesador que tenemos instalado se llevan bien con la tarjeta gráfica que le vamos a instalar.
Por ejemplo, en tarjetas gráficas de gama baja como la Radeon RX 550, GeForce GT 1030 e inferiores, cualquier procesador de Intel de tercera generación puede ir bien. Se incluyen los procesadores Pentium G4560 o cualquier otro igual de antiguo. Eso sí, debemos ser conscientes que la calidad de los gráficos será aceptable, pero nunca lo suficientemente buena como para juegos o tareas que exigen muchísimo más al procesador.
Si, por el contrario, tenemos un ordenador con un procesador potente, podemos pasar a tarjetas gráficas del estilo Radeon RX 5700 o GTX 1080 Ti. Que si bien cuestan mucho más, ofrecerán una experiencia de trabajo y juego superior.
Seleccionar una tarjeta gráfica según el procesador
Si no te quieres liar mucho eligiendo una tarjeta gráfica, la mejor opción es fijarse en la fecha de fabricación del procesador y de la tarjeta gráfica que deseas comprar. Por ejemplo, si tienes un procesador muy antiguo, es muy probable que con él no puedas aprovechar una tarjeta gráfica estrenada hace menos de un año. Esto, porque las gráficas actuales requieren de procesadores modernos para evitar el temible cuello de botella en el rendimiento.
Por ejemplo, si tienes un procesador Intel i3-3220 fabricado en 2012, una tarjeta gráfica sencilla como la Nvidia GeForce GT710, estrenada en 2014, debería ser suficiente para trabajar con multitareas y juegos relativamente avanzados. Sin embargo, si quieres emparejar ese procesador con una tarjeta gráfica de 8 GB y que está por encima de los 500 euros, es muy probable que no puedas aprovechar el máximo rendimiento de esa tarjeta. En ese caso necesitarás un procesador más moderno, con más núcleos e hilos.
El criterio general, en estos casos, es que mientras más moderno sea tu ordenador y procesador, más moderna será la tarjeta gráfica que podrás usar. Mientras más antiguo sea tu dispositivo y procesador, deberías decantarte por tarjetas gráficas de gama baja o media.
¿Tarjeta gráfica normal o de perfil bajo?
Un dato importante a la hora de comprar una tarjeta gráfica es mirar el tamaño de la caja de nuestro ordenador. Algo que, además, repercute en el tamaño de la placa base y la distribución de los puertos de entrada.
Lo habitual es que la mayoría de las tarjetas gráficas tengan un tamaño estándar, adecuado para cajas rectangulares típicas. Esas son las normales de toda la vida.
Sin embargo, hay un tipo de caja de ordenador llamado Slim. Este hace referencia a cajas más estrechas en donde la placa base, las ranuras de RAM, el procesador y el resto del hardware están muy juntos en un espacio reducido. En estas cajas no podemos meter una tarjeta gráfica de tamaño normal.
En este caso, debemos usar una de perfil bajo. Es decir, de tamaño reducido, con menos puertos de lo habitual y que pueda encajar perfectamente en la placa base.
La diferencia entre las tarjetas gráficas estándar y las de perfil bajo, además de su tamaño, es la cantidad de puertos que tienen. Las estándar, al ser más grandes, admiten más puertos para conectar más pantallas y accesorios.
Si eres gamer y juegas desde un portátil
Si te encanta jugar Fortnite u otros juegos en tu ordenador de sobremesa y quieres probar la experiencia en un portátil, hay una forma de hacerlo. Puedes utilizar una tarjeta gráfica externa que luego va conectada al portátil mediante un puerto USB-C compatible con Thunderbolt.
Este sistema consiste en una caja o dock con todo lo necesario para que puedas insertar en una ranura la tarjeta gráfica de tu preferencia. Una vez que encajas la tarjeta gráfica, cierras la caja y utilizas el cable para conectarlo directamente al portátil.La única pega de esta solución es el precio de las cajas adaptadoras que pueden rondar los 300 y 800 euros. Aun así, la opción de usar una tarjeta gráfica externa es una buena forma de darle nueva vida y potencia a tu ordenador portátil. Además, se puede combinar con otros accesorios para gamers, sin problemas. Eso, a menos que te compres directamente el Acer Predator Helios 300 PH315-53-71NT, el portátil más gamer que podrás encontrar y con el que no necesitarás gráfica externa.
Foto de Joseph Greve en Unsplash