Cuando aún se está preparando el camino para la llegada definitiva de las redes 5G en el mundo, ya existe información sobre determinados países y compañías que están trabajando en el próximo escalón evolutivo de las comunicaciones, la red 6G.
Y aunque el panorama de una sociedad con una red 6G, parece digno de una película de ciencia ficción, lo cierto es que es bastante real y obliga también a plantearse algunos dilemas éticos importantes.
China, a la cabeza de las investigaciones relacionadas con el 6G
Actualmente, el mayor interés por estudiar la tecnología de las redes 6G proviene de los chinos y también de compañías privadas relacionadas con el país oriental.
Desde el propio gobierno chino se ha anunciado de forma oficial la creación de un grupo de investigación dedicado a la red sucesora de la 5G. Eso sí, se ha enfatizado mucho en que esto es el inicio de una investigación que por lo bajo debería demorar cerca de una década. Eso, para entender completamente el comportamiento del 6G y preparar toda la infraestructura necesaria.
Por otro lado Ren Zhengfei, CEO de Huawei, comentó hace un tiempo atrás en una entrevista con CNBC que la compañía ya se encontraba trabajando activamente en el desarrollo de la red 6G, aunque detalló que aún quedaba mucho camino por andar.
Según las propias palabras de Zhengfei, los grandes desafíos para la implementación de una red 6G es encontrar la forma adecuada de aumentar la velocidad y mejorar la latencia en las conexiones a internet, creando protocolos que podrían ver la luz en el año 2030.
Todo lo que se podría hacer con una red 6G
El escenario más llamativo que produciría la llegada de una red 6G, sería la multiplicación por cien de la velocidad de conexión más rápida que puede existir hasta el día de hoy. Una cifra que parece inconcebible, pero que gracias a la infraestructura adecuada podría también reforzar el desarrollo de la inteligencia artificial.
También se podría lograr una inmersión mucho más profunda en el entorno virtual, ya que la información iría muy rápido. Esto permitirá reforzar muchos procesos con aplicaciones que mejoren la vida de las personas y también con el entorno de las plataformas de entretenimiento.
Esto transformaría a la sociedad en una entidad global hiperconectada en donde la responsabilidad social debería ser reforzada para evitar, como siempre, el mal uso de las herramientas evolutivas que acompañan al ser humano.